El largo tira y afloja entre el multillonario de extrema derecha Adelson y los paletos españoles de todos los niveles de la administración toca a su fin. Parece que gana Madrid frente a Barcelona, probablemente porque habrá ofrecido condiciones más suculentas que los catalanes, habrá hecho más concesiones, se habrá arrastrado más o habrá prometido más oro y más moro.
Porque ese es el negocio de Adelson: llegar a un sitio, ofreciendo
instalar su basura de neón y que las autoridades del lugar, emocionadas
con el maná que el gran dios gringo promete, le entreguen las llaves del
reino y se pongan a su disposición para lo que guste mandar. Ya ven sus
eriales convertidos en jardines colgantes artificiales en donde nadan
cocodrilos amarillos en aguas color rubí y Landrú se columpia de una
reproducción de la Torre Eiffel a tamaño natural.
Serán palurdos...
Alderson viene a hacer negocios él; a sacar dinero él en un país en el
que los aborígenes, es decir, nosotros, no sabemos hacerlo. Sus
condiciones son leoninas: 1) Diez años de vacaciones fiscales (que
pagaremos los españoles); 2) participación propia del 35 por ciento; el
resto lo ponen españoles; 3) construcción de infraestructuras a cargo de
los españoles; 4) todo tipo de ventajas laborales para el patrón; 5)
derogación de cuantas leyes nacionales le molesten: de momento es la ley
antitabaquismo, pero puede ser tambien la legislación contra el
blanqueo de dinero o lo que sea; 6) prohibición de los sindicatos. Y eso
en cuanto a las estipulaciones públicas, que se conocen. Luego están
las secretas, que no se conocen, en lo esencial, el compromiso de
devolverle su dinero si las cosas van mal.
¿Es que somos imbéciles?
Pues sí, lo somos. Sobre todo, el gobierno, encantado de que venga un
pollo con una estafa muy preparada para colaborar con él expoliando
(más) al pueblo español.
Porque ¿qué tiene este proyecto que unos empresarios españoles -si
hubiera alguno capaz de pensar a un nivel superior al de las
gallináceas- no pudieran ofrecer por su cuenta? Los adefesios de Las
Vegas, las imitaciones de las pirámides, el Taj Mahal, o el Kremlin, no
pagan derechos de autor y cualquiera puede erigirlas. De las ruletas y
máquinas tragaperras no hace falta hablar y los clientes los vamos a
poner todos nosotros, españoles y europeos; la demanda es nuestra. ¿por
qué echarse en brazos de un extranjero que apenas arriesga el 35% del
total invertido y en condiciones de absoluta seguridad?
Pues porque somos unos palurdos y nos merecemos que vengan estos
avispados a explotar nuestros recursos y quitarnos los cuartos poco más o
menos como, hace 500 años, los conquistadores quitaban el oro a los
aborígenes de América con abalorios. La dirección de la estafa ha
cambiado, pero la estafa es la misma y los mismos los estafadores y los
estafados con los roles invertidos.
Palinuro no tiene nada en contra de un Las Vegas en Alcorcón,
Paracuellos o donde sea en Madrid o en otra parte de España. Nada. Al
contrario, es una buena idea, mueve mucho dinero, dará mucho trabajo y
aumentará la riqueza general. Tiene en contra de que se haga bajo
patrocinio y administracion extranjeras en lugar de poner en marcha un
proyecto exclusivamente español si acaso con participación de capital
europeo, pero con iniciativa española y europea. No por patriotismo sino
por interés. Exactamente como lo hace Adelson.
Pero convencer de esto a unas autoridades absolutamente paletas, que no
hablan idiomas, no han viajado más allá de Alpedrete y creen que God bless America significa "hazte de oro en diez segundos", es imposible.
Y no se crea que la oposición tiene mejor papel. Allí en donde las derechas en el gobierno babean tras los dólares del toco mocho de Adelson, la oposición todavía hace más el ridículo articulando su crítica en un terreno absurdamente moral: la prostitución, el juego, la trata, el blanqueo...
¡Sodoma y Gomorra a un paso de San Francisco el
Grande! Este juicio tan convencional sobre el real Las Vegas me hace
sospechar que quienes lo formulan con gazmoñerías de beata de adoración
de María no han estado jamás en Las Vegas ni la han visto por el forro.
Lo que dicen parecen las tonterías del Ejército de Salvación y no es más
aplicable a Las Vegas que a Chicago o El Paso.
Y ello sin contar con
que Madrid tiene más putas, putos, ludópatas, proxenetas, pederastas
(cuenten los curas), blanqueadores de pastuqui, corruptos y ladrones,
sin contar políticos sinvergüenzas, que diez Las Vegas juntas.
(*) Catedrático de Ciencia Política en la UNED
(*) Catedrático de Ciencia Política en la UNED
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