MADRID.- El Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio 
María Rouco Varela, ha comentado que "las causas más profundas de las 
carencias materiales y de la pobreza física tienen que ver con los 
fallos morales y la indigencia espiritual", durante la celebración de la
 Eucaristía en la Plaza de la Almudena en la Solemnidad del Corpus 
Christi. 
   Con él han concelebrado los tres Obispos auxiliares de Madrid, 
Monseñor Fidel Herráez, Monseñor César Franco y Monseñor Juan Antonio 
Martínez Camino, SJ., así como numerosos sacerdotes.
   En su homilía, el Cardenal ha comenzado señalando que "en sentida y
 profesada comunión con toda la Iglesia, presidida en su unidad por el 
Sucesor de Pedro, el querido Santo Padre Benedicto XVI, se celebra en 
este nuevo año litúrgico 2012, en Madrid, la Solemnidad del Santísimo 
Cuerpo y Sangre de Cristo".
  "Como en pocas veces en el pasado más reciente y en el más lejano, 
se  ha revelado cómo las causas más profundas de las carencias 
materiales y de la pobreza física tienen profundamente que ver con los 
fallos morales y la indigencia espiritual. Por tanto, portando por las 
calles de nuestro entrañable y viejo Madrid el Santísimo Sacramento, se 
proclama y muestra a todos los ciudadanos que hay verdad, que hay 
esperanza y que hay auténtico amor.
   Recordando la gran Vigilia Eucarística celebrada en Cuatro Vientos
 en la JMJ-2011, Monseñor Rouco Varela ha dicho que "la extraordinaria y
 riquísima lección espiritual y apostólica recibida aquella noche no se 
puede, ni se quiere, ni se debe olvidar nunca en la propia experiencia 
personal de la vida de oración; tampoco en la configuración de una 
piedad y una espiritualidad eucarística renovada y, menos aún, en la 
concepción inspiradora de todos los proyectos y propósitos de Nueva 
Evangelización".
   "La adoración y la comunión eucarística, por la naturaleza misma 
de las cosas, van estrechamente entrelazadas en la vivencia de una 
auténtica piedad litúrgica, en la experiencia más espiritual de la 
oración individual y comunitaria y, muy señaladamente, a la hora del 
testimonio de la fe y de la profesión del amor fraterno", ha señalado el
 Cardenal.
   "En este Corpus del 2012, en el que la palabra 'crisis' sigue 
descubriendo tanto sufrimiento en la vida de las personas y de las 
familias de Madrid, de toda España y de tantos otros países del mundo, 
la vivencia interior del ser amado por el Señor Eucaristía que se 
proclama como el Salvador y la voluntad renovada de amar a los otros 
como Él amó, son condición indispensable para la autenticidad cristiana y
 la fecundidad humana y espiritual de la celebración", ha subrayado 
Monseñor Rouco Varela.
   Para el Cardenal, "amar y ser amados por Cristo y en Cristo 
eucarístico implica, sobre todo, en la actual coyuntura histórica" el 
"respeto exquisito y el trato esmerado de la dignidad de toda persona 
humana, desde que es concebida en el seno de su madre hasta su muerte 
natural; especialmente aplicado a la que sufre pobreza, marginación, 
enfermedad, exclusión social". 
   Además, "la búsqueda y el servicio al bien común es tarea 
primordial y responsabilidad primera de la comunidad política y de los 
que en ella ejercen la autoridad" y "exigencia básica para el 
comportamiento justo y solidario de todos los que depende el futuro de 
la sociedad". Y "una defensa incondicional de la dignidad de la persona 
humana, y un impulso y fomento decidido del bien común, deben estar 
apoyados en principios y estilos de conducta y convivencia marcados por 
la 'gratuidad'".
   "Tres actitudes ante la problemática individual, familiar y social
 de el doloroso día a día que urge recuperar y actualizar en todos los 
ámbitos de la vida privada y, muy principalmente, de la vida pública. A 
la vista de la gravedad de la situación por la que atraviesan tantas 
familias y tantos conciudadanos hermanos nuestros, hay que intentar con 
todas las energías morales y espirituales de que disponemos, a partir de
 la vivencia fiel de lo que exige en la práctica 'la coherencia 
eucarística', instaurar una verdadera cultura del bien común, acompañada
 e impregnada de una cultura de la gratuidad", ha declarado el Cardenal.
   Por ello, ha exhortado a "una disposición interior para la 
conversión" y a ser testigos del amor de Dios "para todos los que pasan 
al lado, para los que viven en la proximidad de las casas y de los 
lugares de trabajo, para los que lo han perdido y/o lo buscan 
agobiadamente; en una palabra, para todos los que por necesidades del 
cuerpo y/o del alma precisan de mucho amor".
   En el Año de la Fe y en la Misión Madrid, ha dicho que "se quiere 
responder con todas las consecuencias de vida cristiana y de acción 
pastoral precisas" al "reto evangelizador que propone Benedicto XVI: la 
fe sin la caridad no da fruto".
   El Cardenal ha concluido encomendando a la Virgen "la eficacia 
evangélica del testimonio eucarístico de fe, de esperanza y de caridad, a
 fin de que todos los hermanos de Madrid crean, se sientan acogidos y 
amados en el amor humano-divino de su Hijo Jesucristo, real y 
substancialmente presente en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía; y
 así puedan y quieran amar".