En el último trimestre del 2.007 aparecieron los  síntomas inequívocos de la gran crisis que se iniciaba y que se ha  mantenido a lo largo de los casi cuatro años transcurridos.
  
 
Comenzado el último trimestre del 2011, nuevamente aparecen claros  síntomas de una muy preocupante crisis financiera, sin que se haya  conseguido estabilizar la que estamos sufriendo durante demasiado  tiempo. Afrontar una recuperación sin un sistema bancario sólido y con  liquidez suficiente imposibilita el crecimiento del tejido empresarial y  por tanto la creación de nuevos puestos de trabajo.
 
Por otro lado, las arcas Públicas en situación desesperada absorben  cuantos fondos pueden lograr de los mercados financieros, de los bancos  centrales y de la presión fiscal, para cubrir con su extraordinario  endeudamiento y la disminución de la recaudación tributaria.
 
Nos encontramos en la banca también unos activos inmobiliarios  incorporados a sus balances con valores superiores a los de mercado  actuales, debido a una práctica crediticia incontrolada, aun conociendo  que el desarrollo inmobiliario superaba exponencialmente a lo que el  mercado demandaba, eliminando las compras especulativas. De ahí que se  haya formado un stock de viviendas y locales comerciales que requerirá  muchos años para equilibrarse. Sanear sus balances intoxicados resulta  incuestionable e inaplazable.
 
Si seguimos sin admitir lo expuesto anteriormente, negando como hecho  real el desequilibrio financiero, y no hacemos un esfuerzo inteligente,  colectivo y coordinado, habremos demostrado incapacidad, llegaremos  tarde y el futuro no será precisamente el que todos deseamos, sin  olvidar que sin ilusión y esperanza tampoco encontraremos el camino de  un relativo Estado del bienestar.
¿Existe solución al gran problema  que afecta a las economías de ambos lados del Atlántico? La ciencia  económica nos ofrece experiencia suficiente para proyectarla y  acometerla.
 
Hagamos previamente un análisis-diagnostico...
 
La caída de Lehman Brothers en septiembre de 2008, acrecentó la crisis  en EEUU. Por los mismos motivos la Eurozona se contagia, y ya tenemos la  inestabilidad de los países más avanzados confirmada a lo largo del  2.008.
 
El gasto sin tasa, saltándose el rigor presupuestario, empieza a  emitir alarmas de debilidad e insolvencia, se prorrogan obligaciones de  pago y se busca tesorería que encarecen los mercados ávidos de una alta  rentabilidad. Grecia, Irlanda y Portugal, son los primeros en pedir  ayuda como miembros de la Eurozona. La debilidad empieza también a  manifestarse en Italia, España e Inglaterra.
 
Los bancos centrales inyectan fondos a la banca para evitar que se  declaren morosos al no poder cumplir a su vencimiento con las  obligaciones de pago. Esta masa de deuda bancaria debería haberse  empleado en la financiación de las empresas para crear empleo y  propiciar el crecimiento de la recaudación fiscal, único camino para  sanear las cuentas públicas si al tiempo, se acomete la reducción del  gasto. Las continuas emisiones de deuda soberana para cumplir con el  endeudamiento público contraído, y la casi paralización del  interbancario, completan el desalentador panorama.
 
El crédito sigue sin llegar a las empresas, provocando el cierre de  muchas de ellas y el aumento del desempleo; la recuperación no ha sido  posible, puesto que ésta solo es viable de la mano de la economía real  si se implantan las medidas adecuadas y urgentes, retrasadas tal vez por  el temor a la pérdida de popularidad.
 
Un periodo legislativo de cuatro años ha demostrado ser demasiado  corto para el desarrollo de la economía, máxime cuando los errores se  justifican y las soluciones se aplazan. Ambos son incompatibles, ya que  los problemas no admiten aplazamientos, ni soluciones partidistas.
 
La exigencia de la urgente captación de recursos del sistema  bancario, agotados o inaccesibles otros caminos, apela al capital  privado, no de las empresas que tienen problemas de liquidez, sino del  ahorro personal poco animado a invertirlo en valores mobiliarios de  cualquier titulación (emisiones de pagarés, convertibles, ampliaciones  de capital etc...).
 
La cartera de inmuebles, constituidas por hipotecas basura a precios  establecidos en un mercado en alza, se ha devaluado con la crisis y los  activos bancarios están sobreestimados y han perjudicado seriamente su  tesorería; situación difícil de soportar y de contribuir a la salida del  estancamiento en que nos encontramos.
 
La solución no es fácil pero existen otros sistemas económicos  posibles, y si el que existe nos ha conducido a la situación actual,  surgirá el nuevo que aún desconocemos. Ayudemos a construirlo para  superar el pasado.
 
Que sea difícil no debe impedir la búsqueda de la solución, sentando  como base que la dialéctica sea constructiva y jamás destructiva. Para  alcanzar el crecimiento, previamente hay que sanear el sistema  financiero y posteriormente afrontar su renovación estructural.
 
¿Cómo sanear los balances a la vez de dotar a la banca de la  tesorería que han perdido? 
Atrevámonos a hacer un planteamiento a  sabiendas de que políticamente pueda no ser aplicable, aunque resulte  incompleto o rectificable:
 
Primero.- Crear un Ente Público sin ánimo de lucro, dependiente del  Banco de España y controlado por el Tribunal de Cuentas del Estado, cuya  disolución sea obligatoria cuando se concluya la misión que se describe  en el apartado siguiente.
 
Segundo.- El Ente tendría como objetivo controlar los inmuebles que  se le incorporasen, conservarlos y proceder a su venta cuando la  cotización lo aconsejara, y dentro de un periodo no inferior a diez años  (tiempo que se estima necesario para que la demanda se revitalice).  Terminada su gestión, los resultados positivos o negativos revertirían o  repercutirían en las entidades de crédito y en proporción a los valores  de los inmuebles incorporados en su día.
 
Tercero.- Traspasar todos los inmuebles terminados (aquellos en fase  de construcción suponen un riesgo inaceptable) que figuren en los  activos de la banca procedentes de los prestamos fallidos y libres de  cargas.
 
Cuarto.- El importe de los inmuebles aportados quedaría compensado  contablemente con el efectivo que se recibiría de los bancos centrales,  cuyo destino no podría ser otro que el de su aplicación al desarrollo de  la economía real. Una vez vendidos todos los inmuebles que recibió el  Ente retornaría nuevamente a los bancos centrales de donde salió.
 
Para un país de economía libre tendría más viabilidad que para los  incorporados a una economía vinculada que necesitaría de un acuerdo  unánime. Los bancos con problemas no descritos anteriormente o sin  ellos, quedarían excluidos.
(*) Economista y empresario.