MADRID.- La presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, se ha convertido, desde que anunció su retirada del "primer plano" político, en una china en el zapato de Mariano Rajoy, porque con sus opiniones críticas sobre algunas actuaciones del Gobierno ha levantado ampollas y una polvareda de reacciones.
Algunas
fuentes del partido atribuyen sus palabras a
ambiciones políticas, otros a que pudiera estar pensando en formar su
propio partido y otros a una baza que está jugando para allanar el
camino a su sucesor y durante años mano derecha, Ignacio González, para que sea el próximo candidato del PP a la Presidencia de Madrid, en caso de que la dirección nacional se opusiese.
Maestra
en el juego del despiste, Aguirre no oculta que le gusta "navegar con
el viento en contra", como ella misma ha confesado, a pesar de que
algunos la tachen de oportunista, al pedir que se apliquen sus recetas
para salir de la crisis: bajar los impuestos y recortar gastos adelgazando de forma radical la administración hasta el punto de devolver al Estado competencias autonómicas.
Y es que nadie como Esperanza Aguirre para calentar el ambiente
y dejar caer una bomba informativa que hace temblar los cimientos del
partido en el momento adecuado, sabedora de su repercusión, para a
renglón seguido. apaciguar los ánimos y decir que Rajoy "no se equivoca en nada en absoluto".
Una
práctica que empleaba Aguirre antes y que siempre le ha dado buenos
resultados para acaparar el interés y suscitar polémica, ya sea a través
de las redes sociales, donde suele plasmar sus opiniones, o
participando en foros y conferencias dentro y fuera de España, que ha
utilizado como "escaparate" de sus planteamientos liberales.
Hace
años se definía a sí misma como un verso suelto en el PP, algo que se
ha corroborado, sobre todo tras su dimisión como presidenta de la
Comunidad de Madrid, el pasado 17 de septiembre, para pasar, según dijo
entonces, al "segundo plano" de la política.
Algunos respiraron
hondo aquel día; pensaron que Aguirre estaba cansada, que le flaqueaban
las fuerzas para seguir gobernando en tiempos de crisis, que ya se había
enfrentado bastante desde su cargo al Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero y que había llegado el momento de dejar que Rajoy gobernara en paz.
Eran
algunos los que pensaban eso, pero no todos, pues los que la conocen de
verdad saben que a Aguirre le cuesta mucho "bajar el periscopio" y que
cuando lo sube -algo que ha hecho últimamente con bastante frecuencia-
es para hacer reflexiones que escuecen y que la mayoría no se atreve a
poner sobre la mesa.
Sin ir muy lejos, todavía se recuerdan las
filtraciones del comité de dirección del PP regional que evidenciaron un
malestar de Esperanza Aguirre con algunos miembros de la dirección
nacional, por las críticas que expresó hacia la ministra de Sanidad, Ana Mato, o la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal.
"De las crisis no se sale con más subvenciones" o "hay que dejar quebrar a los bancos"
son también algunas de sus "perlas" que provocan revuelo, como también
lo es su firmeza a la hora de exigir que se investigue la corrupción política "caiga quien caiga", o sus planteamientos de devolver al Estado las competencias de Sanidad, Educación y Justicia.
El
calificativo de que para ella es un motivo de orgullo que muchos
jóvenes cualificados trabajen en el extranjero, volvió a llevar
recientemente a la dirigente popular a las portadas, dejando constancia
de que aún sigue ahí, lanzando avisos a navegantes desde la segunda fila
política, en la que sólo ella se sitúa.
En medio de esta tormenta, algunos compañeros de partido le han pedido que deje de insertar sus pensamientos en blogs o conferencias y los plantee abiertamente ante la Ejecutiva Nacional del PP.
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