MADRID.- El pasado 12 de febrero, los viajeros que cogen el Metro a diario en la estación de Alsacia (Línea 2) se toparon con una sorpresa
en los accesos: las puertas automáticas -cuya presencia gana peso
respecto a los clásicos tornos metálicos- permanecían abiertas. De par
en par. Algunos pensaron que estaban estropeadas, pero nada más lejos de la realidad.
Otros, con más tiempo para el sosiego, repararon entonces en la nueva
cartelería: «Pasos de entrada. Con puertas abiertas, valida tu tarjeta.
Si no validas, las puertas se cierran». Más claro, agua, según Abc.
La iniciativa
fue puesta en marcha con el objetivo de mejorar el flujo de pasajeros
(sobre todo, en momentos de gran afluencia) y cuantificar el ahorro en
mantenimiento, al reducir la actividad de las puertas en un 75 por ciento.
Dado su éxito, el suburbano ha decidido ahora extender la prueba a
Pacífico, Lavapiés y Feria de Madrid para aumentar la evaluación de
estaciones con mayor demanda de usuarios e, incluso, también con
afluencias masivas, como en el caso de las diversas ferias celebradas en
Ifema.
«La experiencia satisfactoria en Alsacia, con un paso
aproximado de 3.000 pasajeros al día, nos permite comprobar las
posibilidades de mejora antes de trasladarla a otros enclaves como Sol, con más de 50.000 personas de media»,
explican a este periódico fuentes de Metro.
Este experimento,
permanente todos los días, dispone de un sistema por el cual si llegas a
un punto y no has chequeado el billete, las puertas se cierran.
«Da igual lo rápido que seas», suscriben. Para llevar a cabo la medida,
Metro ha tenido que adaptar el software de las puertas, cuya puesta a
punto impediría entrar sin picar hasta al célebre atleta jamaicano,
Usain Bolt.
La idea es seguir examinando el funcionamiento del
proyecto para después implementarlo «progresivamente» en las estaciones
de mayor tránsito y rebajar así el elevado consumo energético de la red,
ya que las puertas no necesitan de energía para abrirse y cerrarse
constantemente.
Al igual que en los pasillos de entrada y el vestidor de
Alsacia, Metro ya informa por medio de la cartelería en Pacífico, Lavapiés y Feria de Madrid sobre el nuevo sistema de acceso a los viajeros.
Por
otro lado, en la parada de Estadio Metropolitano (Línea 7) -la más
grande de toda la red-, el suburbano estrenó en el último trimestre de
2017 un sistema de validadoras sin barreras físicas, a imagen y
semejanza de otras ciudades europeas como Oporto, Berlín o Praga.
Su puesta en marcha se activa los días de partido en el Wanda
Metropolitano y solo repercute a los usuarios que suben al vagón en
dirección a Hospital del Henares.
El «efecto embudo» que provoca la masiva entrada de personas al mismo tiempo -la ubicación del nuevo estadio reduce sobremanera las opciones de entrada y salida-
ha sido determinante para fijar aquí el novedoso sistema.
«Este
mecanismo ya se ha probado en anteriores ocasiones como, por ejemplo, en
la celebración de la Cabalgata», revelan desde el transporte madrileño,
al tiempo que añaden la necesidad de trasladarlo a otros grandes
eventos, siempre que las circunstancias lo aconsejen.
Por ahora, los resultados son más que satisfactorios. Según datos de Metro, alrededor de 18.000 usuarios
se desplazan (de media) cada vez que hay un evento deportivo en el
coliseo rojiblanco. Un baremo que alcanzó su mayor pico el día de la
inauguración en septiembre del año pasado, con un registro de 40.000
personas.
Pese a las multitudes congregadas, las retenciones para
acceder a la estación de Estadio Metropolitano
han disminuido con el paso de las jornadas. En cuanto a la vigilancia
para evitar que la gente se cuele sin validar el tique, los
administradores de la red tienen claro que «siempre que aumenta el
número de viajeros, hace lo propio el personal de seguridad.
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