sábado, 14 de abril de 2018

La curva que vaticina la próxima crisis podría estabilizarse y dar más tiempo a la economía

MADRID.- Es el indicador más certero de una recesión. Y aunque viene lanzando señales de alerta, parece que la próxima crisis tendrá que esperar. La llamada curva de tipos es la representación gráfica de unir el rendimiento de los bonos con menor plazo de vencimiento con los de largo plazo. Por lo general la línea que dibuja este cruce suele tener una pendiente positiva (como en la imagen inferior). 

Parece lógico: los inversores exigen más rentabilidad cuanto más largo es el plazo. No es lo mismo prestar dinero a alguien durante tres meses o un año que hacerlo con una promesa de devolución a diez o veinte años, con la incertidumbre que ello conlleva. Nadie sabe lo que puede ocurrir en el futuro, se escribe en elEconomista.

Aunque suele dibujar una pendiente positiva, en los últimos años esta curva de tipos en los países desarrollados (sobre todo EEUU y Reino Unido) se ha estado aplanando, y si la tendencia continúa podría terminar invirtiéndose, lo que sería síntoma casi inequívoco de que la próxima recesión está a la vuelta de la esquina (13 meses de media). Lo que ocurre es que en contra de lo que se creía hace unos meses, el aplanamiento total de la curva podría tardar más, retrasando también la inversión de la misma. La próxima recesión parece que tendrá que esperar.

Según los analistas de Axa Investment, el aplanamiento "podría estabilizarse temporalmente". Si la inversión de la curva tarda más en llegar (suponiendo que este indicador anticipa a la perfección las recesiones) EEUU y el resto de economías podrían alargar el ciclo expansivo más de lo previsto. Según el consenso de los economistas, la pendiente de la curva de rendimientos es el mejor vaticinador de recesiones. 

¿Cómo funciona la curva?

De una forma más sencilla, el aplanamiento de la curva de tipos quiere decir que el rendimiento de los bonos con vencimiento a corto plazo (letras o bonos a uno o dos años) se está acercando al rendimiento del bono de 10 años, mientras que la inversión de la curva se produce cuando los tipos de interés a corto plazo son más elevados que los de largo. Este rasgo es poco habitual y se ha producido en momentos contados a lo largo de las últimas décadas.

En condiciones normales, la curva de tipos tiene una pendiente positiva. La explicación es lógica: grosso modo, no es lo mismo prestar dinero a alguien durante tres meses o un año que hacerlo con una promesa de devolución a diez o veinte años. La deuda o los bonos con vencimientos más largos suelen ofrecer un interés superior (prima a plazo), porque un mayor espacio de tiempo es sinónimo de incertidumbre.

En diez o veinte años pueden pasar muchas cosas, como un shock inflacionario que erosione el valor real del dinero prestado, que la empresa, estado o persona a la que se le ha prestado el dinero desaparezca o que los tipos se disparen. Mientras que en tres meses o un año, la incertidumbre es inferior. Por todo ello, la curva de tipos comienza en la parte baja con las letras o pagares y va escalando hasta los bonos de mayor plazo. El riesgo y la incertidumbre se pagan con un mayor interés. 

Un descanso de la curva

La pendiente de la curva se ha ido aplanando con velocidad desde finales de 2015, lo que ha hecho saltar las alarmas entre los economistas de diferentes bancos centrales: "Desde marzo de este 2018, los tipos a largo plazo se han mantenido prácticamente sin cambios. La curva se ha aplanado fuertemente en los mercados de bonos centrales, especialmente en los países donde el ciclo de los tipos de interés cambios hace tiempo (EEUU y Reino Unido".

Sin embargo, teniendo en cuenta las expectativas de subidas de tipos de la Reserva Federal y los fundamentales de la economía, se puede decir que "son consistentes con una curva más plana, pero no con una curva invertida".

Además, los analistas de Axa creen que el estímulo fiscal en EEUU tras la reforma que ha recortado los impuestos a las empresas y a las personas podría incrementar los tipos de interés tanto de los bonos a corto plazo como los de los bonos a mayor plazo. Se espera que el déficit público se incremente en los próximos años, generando cierta incertidumbre en la deuda con un vencimiento superior a uno y dos años. 

Por otro lado, "el aplanamiento brusco de la curva de rendimiento ha limitado las oportunidades en el corto plazo. Deberíamos ver una estabilización temporal, principalmente en las curvas de la Eurozona, donde los rendimientos a corto plazo permanecen anclados por la guía del Banco Central Europeo".

En Europa aún hay camino

Hasta que el BCE no inicie con claridad la reversión de sus medidas de expansión monetaria y comience a subir tipos, no se producirá un mayor aplanamiento de la curva, a medida que los tipos a corto (controlados por el banco central) suban más rápido que los tipos a largo plazo, reduciendo la prima entre ambos vencimientos.

A día de hoy, la prima entre los bonos del Tesoro de EEUU a dos años y los de a diez años es de 50 puntos básicos, mientras que el caso del Reino Unido son 53 puntos básicos. En la Eurozona, los bonos alemanes muestran una prima de alrededor de 100 puntos básicos, mientras que en el caso de España, por ejemplo, esta prima va más allá de los 150 puntos básicos. La diferente madurez del ciclo monetario (y de la recuperación) entre ambas regiones puede explicar esta diferencia entre EEUU y Reino Unido con la Eurozona.

De modo que siempre que se tome la curva de tipos como el mejor indicador para anticipar una recesión, los datos aportados por los analistas de Axa dejan entrever que la próxima recesión podría estar más lejos de lo esperado. Desde 1960 se han producido ocho recesiones en EEUU y todas ellas han venido precedidas por una inversión de la curva de rendimientos. Sólo en una ocasión, a finales de 1966, se produjo una señal falsa, es decir, una valor negativo de la pendiente que no fue seguido por la entrada de la economía en recesión.

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