MADRID.- Técnicos especializados en el campo del
transporte por carretera calculan que si finalmente la presidenta de la
Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, pone en marcha su idea de
instalar peajes en las autovías madrileñas, la complejidad de la
instalación de ese sistema les llevaría entre uno y dos años.
Fuentes del sector han señalado que los técnicos
más optimistas cifran en un año el tiempo que necesitaría el Gobierno
regional para instalar el peaje de modo que sean los usuarios de las
carreteras los que contribuyan al mantenimiento y conservación de las
mismas.
Sin embargo, otros calculan que el proceso se puede diluir hasta
los 24 meses pues, si bien, todos los dispositivos tecnológicos están
más que probados y adaptados a la última, siempre puede haber problemas
en las pruebas y se hace necesario un periodo de adaptación, han
explicado las mismas fuentes.
La Comunidad de Madrid destina anualmente cerca de 165 millones de
euros a las carreteras, entre su mantenimiento y el peaje en sombra que
paga por tres de las vías más utilizadas por los madrileños en la red
de carreteras de la región: la M-45, la M-501, entre el enlace de la
m-40 y Brunete, y la M-407, entre Fuenlabrada y Griñón.
Ahora, con la caída de ingresos, el Ejecutivo autonómico lleva
meses con conversaciones y estudiando una manera se seguir manteniendo
la calidad de las mismas pero con el apoyo de los ciudadanos, que, en su
opinión, tienen que pagar por los servicios que utiliza, mediante la
vía del peaje.
Desde el sector recuerdan que el poner peajes en autovías de alta
capacidad (con carriles de doble sentido) es un objetivo de la Unión
Europea, que lleva diez años pregonando que las carreteras deben
pagarlas quien las usa y en función de lo que contaminan sus vehículos.
Una de las opciones es el peaje 'blando' en las autovías libres,
que en el argot del transporte significa que como los gastos de la
construcción ya están amortizados, todo lo que se recauda con este peaje
es para el mantenimiento de la red de carreteras. Es una opción que
puede barajar el Gobierno central, pero también los autonómicos, que
tienen que buscar fórmulas para hacerlo.
Todos los sistemas están inventados, aseguran y varían, según los
países que ya lo han puesto en marcha. En España está ya el sistema de
telepeaje Vía T, que permite abonar cómodamente el peaje sin tener que
detenerse gracias a un moderno sistema de comunicación a distancia
basado en ondas de corto alcance.
En otros sitios como Alemania, está la instalación de unos
pórticos que cruzan los coches y por GPS, vía satélite, se carga a las
cuentas de los usuarios la cantidad correspondiente por la distancia
recorrida.
También está el método tradicional, con la clásica cabina colocada
a lo largo de la vía donde los conductores tienen que pagar al momento
por el uso de la misma; o la colocación de una pegatina que se pega en
el coche y que demuestra que ese vehículo ha pagado para poder utilizar
la carretera.
Por otro lado, las mismas fuentes explican que además de los pocos
problemas técnicos que se pueden encontrar están los ajustes normativos
--incluirlo en la ley de tráfico-- y la necesidad de que las
administraciones que lo decidan poner en marcha el peaje o las empresas
llegan a acuerdos con los gestores de pago para fijar, por ejemplo, los
tipos de sanciones eficaces para evitar el fraude.
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