sábado, 14 de mayo de 2011

La "procesión atea" se transformó en una marcha por la libertad de manifestación

MADRID.- La denominada "procesión atea", que la Asociación Madrileña de Ateos y Librepensadores (AMAL) quería llevar a cabo el Jueves Santo, se celebró anoche transformada en una marcha por la libertad de manifestación y de expresión y la aconfesionalidad del Estado.

Más de quinientas personas han participado en la protesta, que ha estado presidida por una pancarta con el lema "Por la libertad de expresión y manifestación", tras la que se ha situado la tetera de Russell, como símbolo para refutar la idea de que le corresponde al escéptico desacreditar las afirmaciones de la religión.
Convocada por la AMAL, por la Asociación de Librepensadores, la asociación La Playa de Lavapiés y otros colectivos vecinales y anarquistas, la marcha arrancó a las 20:30 horas en la calle de Santa Isabel y recorrió las calles del Calvario y San Pedro Mártir para terminar en la plaza de Lavapiés una hora y media después.
Los asistentes corearon consignas como "Menos curas, más cultura", "La religión fuera de la escuela", "Estado laico aconfesional", "Un bote, dos botes, creyente el que no bote" y "Curas y militares, parásitos sociales".
Un niño de 8 años, llamado Denis, llevaba un cartel en la espalda en el que se podía leer "no quiero creer, quiero saber", mientras marchaba junto a sus padres, ambos docentes residentes en Madrid.
Los participantes han exhibido pancartas con consignas como "Iglesia privilegiada, libertad hipotecada", "Con Dios, ni Dios", "A pedófilos o ladrones bajo capa clerical, pena civil ejemplar", "Democracia es igual a laicidad", "La fe es el alimento de la ignorancia" y "Ateo, luego existo".
Durante el recorrido, los organizadores han distribuido un manifiesto en el que critican los argumentos que utilizó la Delegación del Gobierno en Madrid para desautorizar la manifestación del Jueves Santo, que consideran "falsos y supeditados al clero".
Para los convocantes, las razones esgrimidas por la autoridad gubernativa demuestran "un recorte de libertades" y "el poder de la Iglesia católica".
En el texto, señalan que la Iglesia sí puede manifestarse cuando lo cree conveniente, sin necesidad de autorización gubernamental, y lamentan su pretensión de apropiarse del calendario, la educación, la sanidad y la caridad.

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