domingo, 24 de junio de 2012

La crisis amenaza el descanso dominical del comercio madrileño

MADRID.- Fiestas y domingos podrían ser las nuevas víctimas de la crisis económica en España ya que la reestructuración de las normas sobre apertura de comercios y las nuevas fechas de algunos festivos están cambiando tradiciones muy enraizadas.

Bajo la ley actual, el grueso de los negocios tienen que cerrar la mayoría de los domingos pero a partir del mediados de julio, la Comunidad de Madrid permitirá a todas las tiendas abrir 24 horas al día siete días a la semana.
El cambio es parte del intento del Gobierno central y autonómico de hacer que la economía española sea más competitiva en un momento en el que el país afronta una crisis profunda.
Los políticos dicen que la iniciativa crearía miles de puestos de trabajo, está apoyada por algunas tiendas y grupos de consumidores, y será bien recibido por los turistas. Casi uno de cada cuatro trabajadores españoles está en el paro y las dificultades económicas han obligado al país a pedir un rescate para su sector bancario.
El nuevo horario comercial será más laxo que el vigente en algunos de los regímenes más liberales de Europa, como Reino Unido, donde la actividad comercial en domingo se relajó en 1994, pero donde las tiendas más grandes sólo pueden abrir durante seis horas.
Países con una tradición católica similar a la española, como Italia, tienen un horario menos estricto que la mayor parte de España pero siguen aplicando restricciones.
Alemania se sitúa en el extremo opuesto de la escala y las aperturas en domingo cuentan con mucha resistencia aún.
A los pequeños comercios les preocupa sufrir frente a las grandes superficies que tienen recursos para aprovechar al máximo las reformas, ahogando a las tiendas especializadas en sandalias y sombreros, sastrerías y tiendas de cerámica que siguen teniendo cabida en las calles más comerciales de Madrid.
Muchas tiendas pequeñas de distribución son reacias al cambio de patrones de horarios y tiene que lidiar con el coste de pagar extra de abrir los domingos. Las tiendas pequeñas de barrio tenían permiso para abrir en domingo, pero pocos se decantan por ello.
"Las pequeñas empresas siempre hemos sido el soporte de este país, y lo seguimos siendo. (Pero) las grandes superficies abrirán y nos dañarán", dijo Eugenia Sánchez, que gestiona una ferretería en el centro de Madrid.
Sánchez dijo que aún no estaba segura de si abriría los domingos, lo más probable es que no.
"Ya trabajamos de 10 a 12 horas al día (...) el domingo es para la familia", agregó.
El sector de las pequeñas y medianas empresas (PYMES) es mayor y contribuye más a la economía española que la media europea, pero destruyó 1,5 millones de puestos de trabajo, o un 14 por ciento de su fuerza laboral, entre 2008 y 2010, según un estudio de la Comisión Europea.
Flexibilizar los horarios comerciales en Madrid probablemente solo sea el inicio del cambio.
El Partido Popular, en el Gobierno central y muchos de los autonómicos, está presionando para exportar reformas similares al resto de las regiones.
El Ejecutivo central también está planeando, aunque no se ha cerrado aún, trasladar tres festivos, dos de ellos religiosos, al lunes o viernes más próximos. El Gobierno argumenta que mejoraría la productividad en España al evitar que un gran número de trabajadores se decanten por fines de semana más largos de lo normal.
Portugal ya ha decidido suspender cuatro de sus 14 festivos a partir de 2013, durante cinco años, para impulsar el crecimiento.
Parte del rechazo de la apertura en domingos en Madrid ha procedido de grupos religiosos que dicen que este día es importante para la sociedad, se use para rezar o no.
"Es importante un día en el que podamos confluir con los otros, que ha sido domingo por la tradición europea...", dijo María del Pino Jiménez, presidenta de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC).
"Es importante desarrollar facetas de las personas que sean más allá del mero consumir", agregó.
La crisis económica en España ha puesto el debate sobre los horarios comerciales en el centro de los planes de recuperación. Un estudio reciente de la IE Business School dijo que relajar los horarios comerciales en el país impulsaría los volúmenes de negocio un 2,8 por ciento en un año y crearía al menos 20.000 puestos de trabajo en tres.
Mientras, el Ministerio de Economía ha esgrimido que los cambios de hábitos - como el aumento del consumo online disponible 24 horas al día - hacía imperativas este tipo de reformas.
El incremento de tiendas de barrio y otro tipo de establecimientos regentados por la creciente población china en Madrid - que tienden a abrir más horas y los domingos - también demuestra que existe demanda para horarios más flexibles.
"A mí me da igual... no trabajo. Pero para los que trabajan, claro que es más conveniente ir de compras el domingo", dijo Natividad Hernández, una madrileña jubilada, que paseaba junto a una amiga un domingo por las calles de la capital.
Pero el grueso de trabajos creados sería en grandes superficies y centros comerciales, y algunos dudan de que las reformas supongan más empleo neto.
"Quizás va a destruir más empleo por el lado de comercio tradicional de lo que lo crea por el lado de las grandes cadenas", dijo Carlos Hernández, analista de Planet Retail analysis en Madrid.
Los escépticos dicen que la remodelación en Madrid al menos aportará datos sobre su impacto en la creación de empleo, pero dudan de que aliente el gasto.
"El consumo es el que hay (en España)", dijo Manuel García-Izquierdo, presidente de la Confederación Española de Comercio, que advirtió del peligro de las nuevas normas para las empresas pequeñas y estructuras más familiares, en una sociedad basada en lo que denominó un "modelo mediterráneo".
Las promociones de compras dominicales ocasionales han tenido una recepción mixta hasta la fecha. En mayo, el distrito madrileño de Salamanca ha permitido a sus comercios abrir en domingo. Los grandes diseñadores internacionales han abierto sus puertas, pero otras tiendas han permanecido cerradas.
"En principio esto es para crear empleo", dijo Juana María Barra, mientras trabajaba un domingo en un establecimiento de la calle Serrano, en el distrito de Salamanca.
"Pero en este barrio la gente se va los fines de semana y solo hay turistas", dijo, señalando a la calle vacía. "En julio y agosto, Madrid es un desierto. No habrá nadie".

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