miércoles, 11 de abril de 2018

Cifuentes en el “fuego lento” de Rajoy / Fernando G. Urbaneja *

Cristina Cifuentes apareció en el acto de la Asociación de Víctimas del Terrorismo para escuchar aplausos. Había anunciado que no asistiría, que la representaría su escudero, pero no pudo resistir la tentación de hacerse ver en territorio amable y escuchar parabienes y aplausos; muchos de ellos más corteses/falsos que las monedas de madera, sonrisas coyunturales de muy corta duración ya que la clave de que a “rey muerto rey puesto” tiene plena vigencia. 

Algo semejante ocurrió en la Convención de Sevilla, contaminada por la presencia de Cifuentes que acaparó todos los titulares y forzó ese fatal abrazo con los dirigentes del partido que solo presagiaba el punto final de una carrera política de éxito. Y todo por una fruslería que se complica por las puñeteras mentiras.

De momento Cifuentes se cuece a fuego lento, como la parábola de la rana en agua tibia que se va calentando poco a poco, que se siente acogida, confortable, que se relaja y que cuando siente que se abrasa ya no puede escapar de un desenlace irreversible. La dirigente popular, la veteranísima militante que para algunos era una esperanza de futuro, está en agua tibia a punto de alcanzar el punto crítico, esa tibieza en la que Rajoy envuelve a los compañeros extraviados y a los que no quiere ni enderezar ni despedir, simplemente les deja que se vayan.

De momento desde el círculo de Cifuentes apuntan que solo dimitirá si el presidente se lo pide, lo cual es una señal inequívoca de debilidad, un error de lectura de la clave Rajoy. Lo más probable es que Mariano no dirá nada, tomará distancia, dejará que suba la temperatura del agua y aguardará que ocurra lo inevitable sin que nadie pueda achacarle responsabilidad alguna. Rajoy no hace prisioneros, ni ejecuta (políticamente), simplemente les deja ir por la fuerza de la gravedad.

Por el camino hay daños evidentes, mermas en las expectativas de voto, portavoces que tratan de hacer méritos (que suelen ser deméritos) mientras dura el “calentamiento”, de ganar tiempo con la idea de que es la mejor medicina para curar, lo cual solo ocurre… a veces, pocas veces. Cifuentes ha tratado de endosar las malas prácticas a la Universidad. Y no le falta razón, pero no la exculpa, ni la alivia, porque la arrastra entre las primeras víctimas.

Desde Moncloa filtran encuestas favorables que pretenden que los dos partidos tradicionales, los que algunos llaman de turno, siguen siendo los primeros, los indispensables, pero son sondeos sin padre ni madre, que van contra las evidencias. 

Desde Cataluña los partidarios del “procés”, tan fracasado como el Barça en Roma, escriben en sus medios que España tiene un problema, que España salvará el proceso por sus errores, que España ha fracasado… sin darse cuenta que confundir España con el PP supone un grave error de juicio, una apreciación muy equivocada. 

Entre otras razones porque España es algo mucho más complejo y resistente de lo que imaginan, ni España es Madrid, ni Madrid es Madrid, entre otras razones porque Madrid carece de identidad, no es sujeto, ni objeto, solo una potente mancha en la meseta, ni siquiera un sentimiento. Eso si en ese Madrid inexistente se practica el fuego lento.


(*) Periodista y politólogo



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