sábado, 21 de abril de 2012

El Real Madrid se alza con el título de la Liga

BARCELONA.- El Madrid planteó un gran partido. Repitió el equipo de Múnich pero con un talante muy diferente: el doble pivote más adelantado para juntarse con la línea de tres y formar una maraña de cinco que presionaba mucho y bien, aun a cambio de un desgaste físico tremendo. Así le fundió los plomos al Barça, que carburó con el tubo de escape atascado. Circulaba el balón lentamente en el doble pivote formado por Busquets y Thiago para luego encontrar puentes cerrados en la tercera línea, justo donde el Madrid le mordía las canillas con todo, según la crónica del 'Abc'.

Robaba el Real y creaba peligro metiendo unos zarpazos tremendos a ver si le encontraba carne a Valdés, ya fuera en contras o en balones parados. Fue en lo último, que es donde el Barça tiene una laguna más grande aún que la del Madrid, donde los blancos encontraron botín. Ganó Pepe un balón aéreo y luego a Puyol, el mejor de los azulgrana en los últimos meses, se le bajaron las persianas. Balón en área pequeña y lo deja bajar en vez de sacarlo de un punterazo cutre pero salvador. Esa décima de segundo fue suficiente para que apareciera un fantasma con un cuchillo. Sami Khedira salió de la nada, con cara de pillo de colegio, de listillo de la clase, «esta te la trinco» debió pensar, y le rebañó el balón lo justito para que se colara en la raya de gol, tan cerca estaba. Torpeza inaudita en un veterano glorioso para poner más cerca la Liga al Madrid. Los blancos preparaban fiesta a lo grande con un empate, mucho más con un gol que le templó los ánimos, centró los objetivos y ayudó a crecer el físico lo suficiente para ayudar en la presión.
El Barça fue todo un tropezón tras otro, encontró poco a Xavi, menos a Messi y nada a Tello, que era donde se veía que podía hacer daño con su velocidad. Estuvo bien Arbeloa en esa marca, tan denostado como ha sido estas últimas semanas. Impuso su veteranía, su buen hacer metiendo el cuerpo y dejando un metro a un velocista para tener ventaja en el recular. Un buen trabajo. El resto lo hizo el Barcelona, que se cegó sin encontrar caminos, bien cerrados por el Real, pero también tapados por la lentitud en la circulación de balón azulgrana.
El final del primer periodo pareció el fin de todo porque llevó a los jugadores con la lengua fuera al vestuario, tal había sido el ímpetu, concentración y viveza del juego. El Madrid parecía agotado por el esfuerzo físico; el Barcelona, por el mental, incapaz de encontrar salida al excelente laberinto creado por Mou.
El físico jugó por los dos en la segunda parte. Al Madrid se le iba el pulmón por la boca pero todos los suyos tiraban de corazón, viendo tan cerca la meta. El Barça no lo aprovechó porque también estaba tieso como la mojama, tocado por el partido de Londres. La circulación iba a cámara lenta y todos estaban en la reserva, al límite de quedarse sin una gota de aire.
Los de Mou, esta vez porque ya no podían, no por voluntad propia, se tiraron atrás, a guardar el resultado, y dejaron todo el espacio al Barça, pero con orden y tapándose bien atrás, aunque sin apenas salida hacia Valdés, que lo vio todo en la lejanía. Pep metió a Alexis en el campo y eso complicó aún más al Madrid. De tanto empeño empató el Barça como estaba jugando, a trompicones, en una jugada tan tosca como el primer gol. Pero el Madrid le respondió con un derechazo a la mandíbula. Se fue CR como una moto en un gran pase de Ozil y tumbó al Barça rematando la Liga.

Ficha del partido

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