MADRID.- El último número de la revista Fundación Víctimas del Terrorismo  publica un artículo en el que se alerta de la implantación de militantes  salafistas en los alrededores de Madrid, concretamente en el Corredor  del Henares, después de haberse implantado ya en Cataluña y el País  Vasco. 
   Además, indica que los expertos en combatir esta forma de  terrorismo están convencidos de que los líderes de esta creencia  aprovecharán que en 2011 se cumplen 1.300 años de la invasión árabe para  multiplicar sus actividades de captación y adoctrinamiento. 
   No se trata de "meter miedo" -dicen los expertos- pero sí de tomar  medidas preventivas porque esta extensión del salafismo constituye en  sí una amenaza por tratarse de un movimiento que forma parte de la  columna vertebral de organizaciones terroristas. Como el resto de grupos  que integran la galaxia criminal de Al Qaeda, AQMI, cuyo órgano de  propaganda se llama Al Andalus, difundió en 2007 que no llegará la paz  "hasta que se haya liberado toda la tierra del islam de los cruzados,  los apóstatas y sus agentes, y no volvamos a poner el pie en nuestra Al  Andalus expoliada y nuestro Qods (Jerusalén) violado".
   Desde Cataluña, donde cuenta con una sólida implantación, el  salafismo ha logrado extender dos brazos, uno ya ha tomado posiciones en  el País Vasco y el segundo empieza hacer lo mismo a las puertas de  Madrid, en concreto en Guadalajara a través del Corredor del Henares.  Estos últimos movimientos inquietan a los servicios dedicados a combatir  el terrorismo de origen yihadista y más aún si se tiene en cuenta que  los atentados del 11 de marzo de 2004 fueron cometidos por individuos  que profesaban esta corriente. 
   Además, el artículo de la revista cita  otro elemento significativo: en el Corredor del Henares los criminales  del 11-M tuvieron una de sus bases logísticas, la casa de Morata de  Tajuña, en la que confeccionaron las bombas que reventaron los trenes.  El foco de los investigadores se proyecta sobre esta zona próxima a la  capital de España para poner freno y evitar en la medida de lo posible  que el salafismo alcance el nivel de penetración que ya tiene en  Cataluña.
   La atención se centra en las mezquitas, por ser una eficaz  herramienta de propagación y proselitismo. No se trata de controlar  confesiones religiosas, sino de "pulsar el riesgo" de los discursos que  se lanzan en estos centros, algunos de ellos considerados por los  especialistas en terrorismo internacional como claros llamamientos a la  yihad. 
   Son botón de muestras las prédicas del imán de la mezquita de  Guadalajara que, como el de Lérida, se distingue por su radicalismo.  Este último, cuyo expediente de expulsión ha estado en más de una  ocasión sobre la mesa, ha llegado hasta crear una "policía religiosa"  que actúa en las calles próximas a la mezquita para controlar, sobre  todo, la forma de vestir de las mujeres.
   Otro dato que ya ha sido analizado por los investigadores es que  en 2010 se celebraron en España hasta diez congresos salafistas mientras  que en 2008 solo tuvo lugar uno, en Reus. Puede decirse que las alarmas  se han encendido, además de por esta proliferación, por el alto voltaje  ideológico de estos congresos. 
   Prueba de que no se trata de simples reuniones es el hecho de que  "sabios" trasladados desde Egipto, Kuwait, Jordania y Bélgica han sido  los encargados dirigir estos congresos, tras sortear los no pocos  obstáculos que la diplomacia española les puso a la hora de expedir los  visados.
   En concreto, en 2010 se celebraron tres congresos en la localidad  gerundense de Rosas (en febrero, junio y octubre); dos en la  tarraconense de Torredembarra (en abril y junio), uno el pasado mayo en  Trápaga (Vizcaya); en abril se celebraron en Vilanova i la Geltrú  (Barcelona), Balaguer (Lérida) y Vic (Barcelona), y el pasado junio tuvo  lugar otro en Guadalajara.
   Los investigadores del terrorismo internacional se están volcando  sobre los movimientos de la corriente salafista que, seguida en España  principalmente por marroquíes y argelinos, cuenta con numerosos  seguidores en Marruecos. De hecho, la zona del Sahel -se extiende desde  Mauritania a Somalia- es el campo de operaciones de Al Qaeda para el  Magreb Islámico (AQMI), autor del secuestro de los tres cooperantes  catalanes. 
   De esta acción terrorista, los servicios españoles de Información e  Inteligencia han hecho, por así decirlo, una autocrítica, que ya ha  tenido una consecuencia: establecer en esta zona una red de  colaboradores similar a la que tiene Francia.

 
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