ARANJUEZ.- La preparación y ejecución de los atentados
del 11-M en Madrid contra varios trenes de cercanías en 2004 "no costó
más de 100.000 euros", según cálculos de los servicios secretos
españoles desvelados hoy por el ministro de Asuntos Exteriores y de
Cooperación, José Manuel García-Margallo.
En su intervención en el curso 'Terrorismo y Justicia' de la
Universidad Rey Juan Carlos, en Aranjuez, el ministro ha puesto de
relieve como el fenómeno relativamente nuevo del terrorismo islamista se
basa en el uso masivo de las nuevas tecnologías, lo que le permite
perpetrar ataques a gran escala con una "tropa muy reducida", como fue
también el caso de los atentados contra las Torres Gemelas en 2001.
Para combatirlo, solo vale recurrir a "medios legales", ha
subrayado. "Solo con la ley, pero con toda la ley" pues "lo otro son
atajos que no conducen a ningún sitio" salvo a deslegitimar el Estado de
Derecho.
La ejecución de Osama bin Laden por parte de fuerzas especiales
estadounidenses en mayo de 2011 en Pakistán no fue uno de estos atajos,
en opinión del ministro, que se ha referido al "derecho de persecución"
que asistía a EEUU en relación con Bin Laden. "La ejecución de Bin Laden
a mí no me parece que sea una violación del derecho internacional", ha
indicado.
De hecho la desaparición de Bin Laden y alguno de sus segundos es,
en opinión del ministro, una de las "luces" que ha habido en los
últimos tiempos en la lucha contra el terrorismo. Las sombras están, ha
advertido, en la "proliferación del movimiento terrorista" en países
como Yemen, Somalia, Mali y Nigeria, y en su "colisión" con el crimen
organizado y el tráfico organizado.
García-Margallo ha alertado de que hoy por hoy el terrorismo
yihadista amenaza sobre todo a las incipientes democracias árabes. De
ahí que defienda que la UE, por su cercanía con el norte de Africa,
acompañe los procesos de transición en la región destinando recursos que
favorezcan el desarrollo económico y el progreso en el bienestar social
de estas poblaciones como manera de combatir el "islamismo radical" que
se nutre de la pobreza extrema.
Ha llamado particularmente la atención sobre la situación en
Libia, país al que ha descrito como "un Estado fallido", donde hay al
menos 150.000 hombres armados y que vive "tensiones separatistas" entre
Bengazi y Trípoli.
Frente a la situación en Libia ha puesto como ejemplo Marruecos,
que ha emprendido una reforma constitucional, cuyo aspecto más
importante es, según el ministro, un plan de regionalización del país
para "dar satisfacción a lo que los marroquíes llaman las provincias del
sur", esto es, el Sáhara Occidental.
En su opinión, el actual Gobierno marroquí liderado por los
islamistas moderados del Partido de la Justicia y Desarrollo es un
fenómeno "a seguir" por lo que tiene de ensayo de combinación de
islamismo y democracia.
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