MADRID.-  Varias familias madrileñas han denunciado el 
"lamentable estado" en el que se encuentra el cementerio de San Lorenzo y
 San José, situado en el barrio de Opañel y donde están enterrados 
personajes ilustres como el político Raimundo Fernández Villaverde.
   La última queja tuvo lugar el pasado fin de semana. Un mujer 
falleció el sábado en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid. Tras 
conocer la noticia, hasta la familia se acercó una agente de una 
compañía de decesos que le ofreció un paquete completo sanitario.
   "Les comenté que la póliza de mi madre fallecida la cubría sólo 
diez años, pero me comentaron que no había problema y que me ofrecerían 
un tanatorio y un cementerio determinado para que descansaran sus restos
 perpetuamente. Me enseñaron una fotos muy bonitas y estupendas del 
cementerio", ha declarado Isabel López, la hija de la 
difunta.
   Así, tras acudir a un tanatorio del norte de Madrid para velar el 
cuerpo de su madre sin ningún problema al día siguiente, el pasado 
domingo a las 12.45 horas, se trasladaron al camposanto de San Lorenzo 
para enterrar a la mujer fallecida.
   "Entonces vi cómo unos enterradores pusieron el cuerpo de mi madre
 en un medio andamio, que actuaba como carretilla. Me quedé horrorizada 
con el cementerio, ya que estaba muy mal cuidado y tenía tumbas caídas y
 lápidas rotas. No había ni caminos y para llevar a mi madre a su nicho 
tuvimos que pisar varias tumbas, cuestas, rampas, arena tirada por todo 
el lugar y malas hierbas", ha relatado Isabel.
   La familia pensaba que el cementerio estaba en obras y que el 
nicho de su madre iba a estar en buenas condiciones, tal y como aparecía
 en las fotografías que les mostraron. Sin embargo, según sus 
testimonios, el nicho correspondiente a la difunta estaba en una sexta 
fila, a la que sólo se podía acceder por unas escaleras sujetadas por 
varias personas, puesto que el suelo no era firme.
   En ese momento, los familiares llamaron al agente de la compañía 
de decesos que les había ofrecido el paquete funerario y se negaron a 
que "en aquella ruina de tumba" fuera depositado el cuerpo de su ser 
querido, ha apuntado Isabel. "Lo tenía claro, allí no enterraba ni a la 
mascota de mi peor enemigo", les dijo.
   "Los enterradores tenían mucha prisa y nos dijeron que dejáramos 
el cuerpo allí metido momentáneamente, pero yo me negué. Quisieron irse,
 pero mi hijo interpuso su coche en la puerta para que no escaparan. El 
dueño avisó a la Policía que, cuando llegó, comprobó el lamentable 
estado del cementerio", ha proseguido la denunciante.
   Tras cinco horas de espera y tras negociar con directamente con la
 compañía de seguros, la familia pudo enterrar a la fallecida en el 
cementerio Sur de Madrid. 
   Por todo ello, Isabel y su familia han anunciado que formularan 
sendas reclamaciones a la compañía de seguros, al Ayuntamiento de Madrid
 por el estado del cementario y estudian denunciar al supuesto agente de
 seguros por un delito de estafa.
 
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