miércoles, 4 de mayo de 2011

Denuncian la desaparición de la antigua panadería de la calle Rodas, cuya fachada estaba protegida

MADRID.- La asociación Madrid, Ciudadanía y Progreso ha denunciado la desaparición de la antigua panadería situada en el número 40 de la calle Embajadores esquina con la calle Rodas, un edificio que tiene protección exterior en su fachada.

   No obstante, el local, a pesar de ser histórico, tenía un nivel bajo de valor ambiental, "que implica cualquier cosa incluido el derribo, y el edificio".
"Tendría que haberse mantenido por tener valor estructural, pero ha purgado el pecado de tener sólo dos plantas donde se pueden hacer cinco o seis. El argumento de la ruina es sólo un pretexto, y las ruinas ya sabemos que se pueden propiciar por abandono o mediante acciones interesadas", ha indicado la asociación protectora del patrimonio madrileño.
   Se trata, según han explicado en comunicado, que esta antigua panadería era uno de los restos más antiguos del caserío madrileño, pues presenta una estructura ruralista que remite a tiempos anteriores a las Ordenanzas de Juan de Torija, de 1661, o las inspiradas por Juan de Villanueva en el siglo XVIII, que imponen pautas de construcción más ordenada.
   "Hay muchos intereses detrás y promotores que desearían arrasar manzanas enteras del casco histórico para hacer sus meganegocios en un lugar de rentabilidad asegurada, y las administraciones que deberían velar por esas casas son entes esquizofrénicos que por un lado protegen y por otro favorecen a los depredadores, porque en ellas se mezclan los técnicos honestos con otros personajes ligados al mundo inmobiliario que han escalado puestos para estar cerca de donde se toman las decisiones", ha indicado 'Madrid, Ciudadanía y Patrimonio'.
   Por ello, apuestan por contar con los instrumentos de control y defensa necesarios para que esas presiones no lleguen nunca a cumplir sus objetivos. Por un lado, la asociación propone hacer una labor de difusión cultural en defensa de los valores que transmiten la integridad del legado histórico; y por otro, exige "mucho más control democrático". 
"No puede ser que los ciudadanos nos vayamos enterando de los desastres cuando ya no tienen remedio", ha apostillado.

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